No todos, ...

Mateo 27: 39/43 39La gente que pasaba lo insultaba, meneando la cabeza 40y diciendo: —Tú que ibas a destruir el templo y reconstruirlo en tres días, ¡sálvate a ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, entonces bájate de esa cruz. 41También los jefes de los sacerdotes junto con los maestros de la ley y los ancianos líderes se burlaban de él, diciendo: 42—Salvó a otros, pero no se puede salvar a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje de la cruz ahora mismo, y entonces creeremos en él. 43Como confía en Dios, dejemos que Dios lo rescate si es que lo quiere de verdad. Después de todo, él dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”.  PDT.
 
... solo unos pocos, aquellos "pocos" que Dios llama Mi remanente, a los que en el Antiguo Testamento tiernamente acogió como "Mi gusanito de Israel", los que están ligados genéticamente en Cristo Jesús, con "siete mil que no se han arrodillado ante Baal ni lo han besado", en fin los que después de la cruz y la victoria de Cristo Jesús sobre la muerte dejando la tumba vacía, son los "Hijos de Dios", la Familia de Dios, su Iglesia, imagen real y práctica del hogar al que serán llevados personalmente por Su Señor y Salvador, para pasar la eternidad a su lado; son los que fueron concebidos en el Corazón de Dios, gestados en el "vientre de la Iglesia", dados a Luz y nacidos de Nuevo como creación de Dios El Padre en su Hijo Unigénito testimonio y poder del Espíritu Santo. 
 
Mateo 7: 21/23 21 »No todos los que me dicen: “Señor, Señor”, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. 22 Aquel día muchos me dirán: “Señor, Señor, nosotros comunicamos mensajes en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.” 23 Pero entonces les contestaré: “Nunca los conocí; ¡aléjense de mí, malhechores!” DHH.
 
Salmo 42: 1/3, 8/11 Así como un venado sediento desea el agua de un arroyo, así también yo, Dios mío, busco estar cerca de ti. Tú eres el Dios de la vida, y anhelo estar contigo. Quiero ir a tu templo y cara a cara adorarte sólo a ti. Día y noche me he bebido mis lágrimas; mis enemigos no dejan de decirme: «¡Ahora sí, tu Dios te abandonó!» 8Te ruego, Dios de mi vida, que de día me muestres tu amor, y que por la noche tu canto me acompañe. Tú eres mi protector, ¿por qué te olvidaste de mí? ¿Por qué debo andar triste y perseguido por mis enemigos? 10 Sus burlas me hieren profundamente, pues no dejan de decirme: «¡Ahora sí, tu Dios te abandonó!»  11 ¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Sólo a él alabaré! TLA.
 
Mateo 16: 20/21 20Luego advirtió severamente a los discípulos que no le contaran a nadie que él era el Mesías. 21A partir de entonces, Jesús[a] empezó a decir claramente a sus discípulos que era necesario que fuera a Jerusalén, y que sufriría muchas cosas terribles a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero al tercer día resucitaría. NTV.

 
Salmo 12: 1/8  2Sálvanos, Señor, que ha desaparecido el fiel, no queda lealtad entre los seres humanos. 3Se mienten unos a otros, conversan con lengua aduladora y corazón doble. 4Que el Señor extirpe la palabra aduladora, la lengua que habla con arrogancia; 5que aniquile a quienes dicen:
“Con nuestra lengua nos hacemos fuertes, en nuestras palabras confiamos, ¿quién podrá dominarnos?”. 6Por la opresión de los humildes, por los gritos de los desvalidos estoy decidido a actuar —dice el Señor— y daré la salvación a quien suspira por ella. 7Las palabras del Señor son palabras puras, plata aquilatada en un crisol de barro, que ha sido refinada siete veces. 8Tú, Señor, nos protegerás,
nos librarás de esta generación por siempre. BLP.
 
Juan 2: 19/21 19 Jesús les respondió: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.» 20 Entonces los judíos le dijeron: «Este templo fue edificado en cuarenta y seis años, ¿y tú en tres días lo levantarás?» 21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo. RVC. 16 ¿No saben que ustedes son templo[a] de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 1 de Corintios 3: 16. NBLH.

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